Los nahuas tenían varios mitos de la creación, resultado de la integración de distintas culturas. En uno de ellos, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se dan cuenta de que los dioses se sienten vacíos y necesitan compañía. Por ello necesitan crear la tierra. Existía solo un inmenso mar, donde vivía el monstruo de la tierra. Para atraerlo, Tezcatlipoca ofrece su pie como carnada y el monstruo sale y se lo come. Antes de que se pueda sumergir, los dos dioses lo toman, lo estiran para dar a la tierra su forma. Sus ojos se convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas. Después de eso, le dan el don de la vegetación para confortar su dolor. Y posteriormente se da a la tarea de crear a los primeros hombres.
Sin embargo todos los mitos presentan una estructura similar (de hecho esta estructura puede ser observada en toda el área mesoamericana). Esta estructura corresponde a un mito cíclico de creaciones y destrucciones. De hecho según el Popol vuh el mundo se encuentra en su cuarto ciclo, es decir ya pasaron tres destrucciones anteriores. El primer ciclo corresponde a la creación de los animales, sin embargo estos faltos de sabiduría no adoraron a sus dioses, por lo que estos los destruyeron. La segunda y tercera creación corresponde a los hombres hechos de barro y hechos de madera, pero estos tampoco alaban a sus dioses, por lo que son destruidos también. Finalmente los dioses proceden a crear un cuarto mundo, el de los hombres del maíz. Es por esto que los mayas dan tanta importancia a este producto.
Según el Popol vuh, Gucumatz (el Quetzalcóatl de los aztecas) y Tepeu son referidos como los creadores, los fabricantes, y los antepasados. Eran dos de los primeros seres que existieron y se dice que fueron tan sabios como antiguos. También existía Huracán, el ‘corazón del cielo’ o dios de los huracanes, pero se le daba menos personificación. Él actúa más como una tormenta
Hecho por Rita Guadalupe Pérez Padilla
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